LA ZONA DE INTERÉS: la ‘banalidad el mal’ en todo su esplendor

Una nueva película sobre el holocausto y el horror de Auschwitz, pero esta vez desde el ‘otro lado’: la película retrata a la familia de Rudolph Höss, el oficial nazi al mando del campo, que vive en una casa adyacente al campo de exterminio.

Película escalofriante y con una gran habilidad de puesta en escena porque, aunque no vemos nada de nada el campo de concentración, sí oímos continuamente los gritos de sufrimiento y vemos las llamas de los hornos crematorios, lo que hace intuir el horror de lo que allí está ocurriendo. A pesar de que no hay violencia o sufrimiento en el metraje, el film es totalmente angustioso y aterrador. De hecho, ya es perturbador desde su inicio con los títulos de crédito, un fundido en negro de la pantalla de unos dos minutos y una inquietante y desgarradora música típica del cine de terror. Nos transmite todo el horror de aquello que no se ve ni se nombra. Sin duda, Jonathan Glazer ha sabido diseccionar el día a día de una familia entregada a la más terrorífica de las normalidades. Un ‘paraíso’ al lado del infierno. Sugerir en vez de mostrar, pues la filmografía sobre el Holocausto ya nos ha dado todas las escenas explícitas necesarias para que podamos ‘rellenar’ lo que no se muestra en esta película.

 

El jardín familiar y, al fondo, el campo de concentración.

 

“La Zona de Interés” podría ser una versión más dura y adulta de “El Niño Con el Pijama de Rayas”, lo totalmente opuesto a la explícita “El Hijo de Saúl” y una película que para nada pretende conmover como sí hacía “La Lista de Schindler”.

Jonathan Glazer nos ilustra mejor que nunca la ‘banalidad del mal’, el concepto acuñado por la filósofa alemana Hannah Arendt para describir cómo un sistema de poder político puede trivializar el exterminio de seres humanos cuando se realiza como un procedimiento burocrático ejecutado por funcionarios incapaces de pensar en las consecuencias éticas y morales de sus actos. Y esto es lo que vemos en la pantalla: una familia normal: un padre y una madre amorosos con sus hijos y respetuosos con los criados, una normal y plácida vida diaria familiar (salidas al río, visitas de algún familiar, los juegos de los niños, la tarea de la esposa en el cuidado del jardín), pero que son los encargados de dirigir un campo de exterminio donde se tortura y se elimina cruelmente a miles de personas.

La alemana Sandra Hüller ha protagonizado este año dos premiadas películas: "La Zona de Interés" y la francesa "Anatomía de Una Caída".


La película termina con un salto al presente donde se muestran los pasillos vacíos de lo que es hoy Auschwitz convertido en museo, lo que a mí me ha llegado a sugerir si también es banalidad haber convertido en museo lo que fue un campo de exterminio.

Por otro lado y para finalizar, como se ha dicho mucho en las redes sociales, es cierto que la película puede resultar aburrida para quien sólo busque entretenimiento (en Twitter la rebautizaron como “La Zona de Desinterés”), pero creo que es una película que todos debemos ver una vez en la vida.

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