Hoy no voy a comentar ninguna película ni nada relacionado con el cine o la televisión. Voy a hablar sobre otra cosa que ha vuelto a venir a mi mente fruto de estos días de confinamiento casero a causa del maldito coronavirus. Con tanto tiempo en casa, estoy teniendo tiempo para ordenar y recolocar cosas.
Así es como encontré en una carpeta una carta que me escribió una compañera mía de colegio allá por 1993. Vamos allá:
Estando en 7º de EGB... sí, en 7º
de EGB. Cuando yo estudiaba en el coelgio aún había EGB. Para los que no sepáis
qué era, os diré que equivale al actual 1º de la ESO.
Pues eso, estando un día en clase
en 7º de EGB, la profesora de Lingua Galega nos mandó escribir una pequeña carta
anónima a alguien de clase con quien hablásemos poco o nada. Creo recordar que yo no
le escribí a nadie... y no sé por qué, porque claro que había gente con la que
yo hablaba poco. Pero lo interesante es que yo recibí dos cartas. Una era de un
amigo mío, lo cual resultó absurdo porque sí que hablábamos...
Pero recibí otra carta muy bonita
de una chica. Sé que era una chica porque la carta hablaba en femenino. Además
ya se notaba que era letra de chica. En la carta me decía que yo hablaba poco
en clase y que le gustaría que yo descubriese quién era ella, hablásemos más
entre nosotros y nos llevásemos mejor. Tengo que decir que me hizo mucha
ilusión recibir y leer aquella carta, muchísima ilusión. Pero no sé por qué, no hice nada por
averiguar quién era la chica. No sé por qué no lo hice, nunca lo sabré, cosas
raras que hacemos cuando somo niños... o adolescentes en mi caso.
Han pasado ya 27 años y es algo
que lamentaré siempre. La primera vez en mi vida que una chica mostró
interés sincero por mí, y yo no hice nada por ella. Ojalá pudiese viajar al
pasado a ese día y cambiarlo todo, pero no puedo.
Siempre he pensado que la
chica era Carolina, una chica de Lugo que había llegado aquel curso al colegio, muy maja y simpática. Creo que fue ella, pero nunca se lo pregunté y nunca lo
sabré. Y no fue por cobardía o timidez, fue por pasotismo o yo qué sé...
Y lo que realmente más me atormenta y me duele no es el hecho de no haber interactuado con ella, sino el hecho de qué habría pensado ella al ver mi falta de
interés por ella y por no por tratar de averiguar quién había escrito la carta.
Seguro que pensó que yo era un idiota insensible.
En estos tiempos de redes sociales, la he buscado y la he encontrado en Facebook. Vive en un pueblo de Sevilla porque trabaja allí como funcionaria. No la he agregado ni le he mandado mensaje ninguno porque no la volví a ver nunca más después del colegio y ni siquiera sé si se acordará de mí.
En fin... Obviamente sé que esto es una pequeña anécdota de mi infancia, pero realmente es una espinita que tengo clavada y que nunca podré sacarme.
Comentarios
Gracias por compartir algo que pasó hace tantos años. A mí me ocurrió algo parecido, pero con la pandilla que tenía en la playa donde pasé 30 veranos de mi vida. Solo que yo fui la lanzada y entre ese chico y yo, pasó algo maravilloso, aunque solo fue amor de verano. Él vivia en otra provincia del levante. Un día le perdí la pista. He buscado en Facebook, pero no he conseguido dar con su paradero.
Un consejo te doy, amigo. No dejes pasar más años y escribe a esa chica. Lánzate!!!
Un abrazo grande y espero leer buenas noticias.
P.Dl Cuídate mucho y ánimo para seguir llevando el confinamiento de la mejor manera posible.